martes, 18 de septiembre de 2012

¿Marketing político en España?


Este artículo fue publicado en el 2010 por el portal Ahora Debate sobre marketing político.


El marketing político es una herramienta clave en un mundo, en constante crisis de valores, en el que las ideologías convergen, y realmente poco importan a la hora de decidir a quién y por qué votar. Por todo ello podemos exponer algunas ideas que aparentemente han funcionado en momentos políticos concretos, si utilizáis el marketing en política por lo menos  utilizarlo bien, algunas recomendaciones, extraídas de un artículo de Raúl Peralba.
 «Enfocar»: es identificar una idea simple que interese a la mayoría y que no pertenezca a otros. Bush la tenía; «la seguridad nacional»; Kerry no la encontró.
«Más valor»: a mayor sofisticación de los «votantes/compradores» y en una situación delicada es mucho mayor la preocupación por la «fiabilidad de lo que se vota/compra». Naturalmente salvo que haya un «accidente» (caso 11-M) y los clientes escojan otras alternativas.
«Novedades»: hay que tener muy presente que los «votantes/clientes» están más interesados en lo «nuevo» que en lo «mejor». Tal vez esto explique algunos éxitos de partidos nacionalistas o incluso regionalistas.
«Cambiar»: el cambio tiene riesgos. Los votantes, más importantes son los que ya tenemos. A veces preocuparse en exceso por los que no tenemos es peligroso.
«Entender»: los partidos políticos se gastan fortunas en medir la intención de voto; pero no en entender como funciona la mente de sus votantes. Pocas veces se hace para saber los «porqué». Hay que acercarse con propuestas simples y claras, que encajen en lo que hay en las mentes que se quiere atraer. Hay que pensar con esas mentes y no obligarles a que piensen como se les dice.
«Expertos»: ¡Una advertencia! El marketing está en manos de «expertos» integrados en los propios partidos. La objetividad brilla por su ausencia. En una competencia donde la imagen personal de los líderes es un aspecto básico del «producto» que se ofrece, es muy duro decirle al «jefe» que no cumple con las «especificaciones mínimas» de un «producto competitivo», o que está «averiado» o que se ha quedado «obsoleto».
Si lo expresado en este artículose parece a la realidad, seguramente no será simple coincidencia…

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