domingo, 4 de septiembre de 2011

La cuna de un ángel


Las balas de un asesino arrebataron la vida de Jonathan, enterrando los sueños que acababan de nacer


Héctor Ponce
1 de noviembre de 2004
Culiacán, Sinaloa. La cuna de Jonathan está vacía, nunca más será mecida para detener los llantos de aquel bebé de tan sólo un año de edad que las balas de un asesino le arrebataron la vida.
Lo único que le dejaron al pequeño ángel que empezaba a vivir fueron unos juguetes y un biberón que ahora lo acompañan en su tumba.
El panteón 21 de Marzo tiene una cicatriz abierta que todavía no cierra, pues la tierra de una humilde tumba continúa fresca y floja, apenas hace 15 días el cuerpecito del menor fue sepultado junto con sus sueños.

Conmemoración. En este Día de los Angelitos Jonathan será recordado, al igual que cientos de niños que no alcanzaron a entender la vida, mucho menos la razón por la que no se les permitió vivirla.
Por ahora sólo acompaña una cruz cubierta de dulces que en el centro guarda la foto del superhéroe incríble que apareció el día de su cumpleaños, ese era Jonathan vestido con un traje y un antifaz que cubre la cara inocente en la que sólo abundaban sonrisas.
Un angelito de porcelana vigil la morada del menor, a su lado está su biberón con agua y los juguetes preferidos.

Impunidad. La colonia Renato Vega Amador fue testigo del acto cobarde en el que Martín… detonó su arma para asesinar al bebé de un año y a su abuelo que lo cargaba en brazos.
Justicia, justicia!!! clama con una voz desgarradora uno de los familiares de Jonathan, mientras repite “esto no puede quedar así, exigimos todo el peso de la ley para el asesino”.
El cegador coraje de los vecinos que no pueden creer que una mente tan perversa haya ejecutado a un bebé, sólo les permite pensar en hacer justicia con la propia mano. Mientras, aseguran que el hecho sangriento con nada puede ser pagado, ni con la misma vida del asesino.
“Martín (ejecutor), no tiene derecho a la vida, la cárcel no es suficientes, tiene que pagar con su propia vida”, reclaman.

(Esta fue una de las primeras crónicas que escribí, por suerte la recuperé, saludos)

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